Hay películas que consiguen conectar de una manera muy directa con el público, pero no con la crítica. Curiosamente, esto se suele dar más en géneros como la comedia o el terror, que por desgracia siguen estando “mal vistos” por los expertos en cine. Como si el séptimo arte solo pudiera ser hecho por gente como Truffaut, Woody Allen o Billy Wilder. Está claro que, como en cualquier otra arte, en el cine también encontramos productos de mayor calidad y otros menos elaborados. Pero también es muy real que entre estos últimos hay películas y proyectos que consiguen enganchar al gran público. Porque no siempre tenemos ganas de ir a un restaurante de cuatro estrellas y comer un buen filete más caro que nuestra hipoteca. A veces, la comida rápida también es muy deseable. Y hay películas que nos dejan un gran sabor de boca porque sencillamente nos dan lo que prometen, que es justo lo que nosotros pedimos. Sagas como Crepúsculo, Fast & Furious o Cincuenta Sombras de Grey se han tenido que enfrentar a las inmisericordes críticas de la prensa especializada.
Eso sí, han recaudado mucho más que otros proyectos favoritos de los supuestos entendidos en cine, que muchas veces prefieren ver salas vacías pero con una buena película proyectándose. Al final, esto es una industria y los productores quieren ganar dinero para seguir haciendo más y más películas. Cuando un intérprete o un director congenia con el público, cuando le toma la medida al espectador sabiendo lo que desea, es mucho más fácil hacer filmes interesantes. Y luego ya habría que discutir si van a ser clásicos del séptimo arte o solo películas de consumo y disfrute. Porque no todo el cine tiene que parecerse a Ciudadano Kane, o inspirarse en Bergman y Scorsese. Hay películas que sencillamente buscan que el espectador se divierta y pase un buen rato, como la que traemos hoy, Deuce Bigalow. En realidad se trata de una bilogía, ya que tras el éxito de la primera parte, los productores decidieron lanzar una secuela, incidiendo en el humor que gastaba la original. Y es que si algo funciona, ¿para qué tocarlo?